lunes, 20 de enero de 2014

Sobre el alambre


Ilustración: El cielo por el tejado

Hoy me he encontrado en mi avioneta unas cuantas malas hierbas pegadas a las ruedas y enganchadas a las alas. He comprobado el motor, pero estaba intacto, menos mal. Cuando todo estaba en orden me he subido y he comenzado mi vuelo. Son las 24h y los recuerdos vienen a mi despacio…

Un ovillo de lana crecía dentro de mi. Y mis ganas de seguir los pasos de esa línea blanda, extendida por todo el cielo y que llegaba hasta dentro de mi, se apoderaba de toda mi energía.
A través del cordón me alimentabas, con tu savia milenaria me recorrías entera. Llenándome de vida. Yo era entonces tu obra de arte.

Tu eras para mi esa música que oía susurrar...
"La fuente del amor secreto" (música andalusí)




...
Necesito crear, no puedo evitarlo. Y mientras tú te desarrollabas ensanchando mi cuerpo, yo dirigía mis pasos hacia fuera y hacia dentro de la misma manera en que mi vientre se balanceaba sobre mis pies.

Hacia un lado. Hacia el otro.
La vida en equilibrio. Sosteniéndose.



Compuestas,
Subfamilia: Lactucoideas Cardueas.
Onopordon Nervosum



Con mi vientre henchido no podía crear sobre la nada. Todo proceso de creación se contagiaba de esa línea de origen estelar.

Buscando respuestas a tanta vida me encontré con lo desconocido. El Hades que debía explorar.
La morada de los espíritus me contaba historias de mujeres. Que no debieron de ser. Historias que necesitaban ser contadas de otra manera. Mujeres que perdieron algo más que su vida, perdieron su dignidad. Porque no figuraban sus nombres en las noticias, sólo su etnia, su país de procedencia, su profesión maldita, o su manera de sobrevivir. En este mundo de diosas desechadas.

Y permití que la muerte equilibrara mi paso hacia la vida. Sólo un poco. Nada más. Lo que apenas podía hacer con mi capacidad de entrega, de renuncia. Dejar un hueco. Hacerme a un lado. Decidí dejarme llenar por el sufrimiento de otras mujeres. Que perdieron la oportunidad de ser tratadas con respeto, incluso en el último momento.

Madrid es un lugar para nacer, y también para morir.
Hay lugares para la vida, y también para la muerte.

Hay belleza que se esconde tras las flores que entierra sangre derramada. Que siempre es cruel con la memoria.


Quenopodiáceas Salsola Kali



Subirme al alambre, vida de funámbula. Nueve meses de equilibrio investigando la muerte violenta de mujeres sin nombre. Mientras la vida en mi vientre se abría paso con fuerza. Sin dificultades.

El arte a veces me lleva por caminos que preferiría no ver. No conocer. Caminos que están en descampados. Mis pasos oscilantes, con el  vientre repleto. Enamorada de un proyecto que diese sentido a dar a luz a una vida. Alumbrar la vida. Llenar el vacío oscuro de sentido. Desterrar la violencia. Atajarla.

Los descampados son lugares. Lugares donde se pierden los pasos, pisando sobre malas hierbas que inundan de belleza humilde la vida. Y la muerte.

Una a una recogí esas malas hierbas, de los lugares señalados en mapas de periódicos, apenas descifrados. Y les di nombre. Busqué su definición, su ciencia, y encontré palabras que podían llenar de dignidad la vida derramada. De mujeres sin nombre.


Gramíneas. Subfamilia: Cloridoideas.
Eragrostis Curvula.



De cuerpos sin reclamar pasaron a ser flores que se les da de beber. Alimentadas, expuestas para no ser olvidadas.

Y nació en mi el deseo de vivir dando sentido. Un poquito. Nada más. Lo que apenas puedo hacer con mi necesidad de crear. De buscar el arte más allá de mis entrañas. Que crecían. Me transformaban.

Un arte que transforma la forma de mirar. Para no mirar hacia otro lado. Si no para prendernos de la vida. Para prendernos de los luceros (que linda cosa me dijiste Noemí) y no descender jamás. Por que nos va la vida en ello.

Mientras piloto mi avioneta dando vueltas sobre la ciudad descubro que han quedado unas briznas de malas hierbas dentro de mi habitáculo. Será que siempre me van a acompañar. Ahora que conozco su nombre, que recuerdo su olor…


Felices sueños a todas…
…desde mi avioneta funámbula planeando sobre el alambre…





Para caminar sobre el alambre os puede servir…
Para ver, oir y sentir: Mona Hatoum es una artista visual palestina. Arte funámbulo, que arriesga.
Para leer: “El despertar de Irán” de Shirin Ebadi, fue la primera jueza de su país y años después fue obligada a dimitir por ser mujer. Creyó en la paz desde tanta desolación y muerte como había en su tierra. Recibió el premio Nobel de la paz en 2003.


Ilustración destacada: El cielo por el tejado
Todas las fotografías pertenecen a la obra artística concebida como instalación "Las malas hierbas" (Madrid, 2010) Miryam Pérez Fajardo 


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