lunes, 3 de febrero de 2014

Y el arte se deja mecer...


Cuando pensé en ser madre nunca imaginé que podría ser un proyecto compatible con el arte, con la creatividad. Imaginaba lo que los anuncios y las películas, lo que el mundo de no-sentires te hace llegar por un agujero minúsculo hasta tu subconsciente: que la presencia de una criatura dependiente y frágil te impide la posibilidad de seguir desarrollándote como mujer, como ser entero, como creadora... "todo debe esperar", "es un paréntesis", "si te sigues desarrollando tú será a costa de no estar presente en su infancia"...

Todo esto nos rodea como mujeres cuando decidimos dar el paso hacia la maternidad. Porque se nos dibuja la idea de que son compartimentos divididos. Caminos de sentido contrario. Alojamientos fragmentados que no pueden convivir.

Es el precio a pagar. La condena a disfrutar del error de ser mujer. Casi, casi el pecado original.

Cuando me soñé a mi misma madre nunca imaginé que, de hecho, sería todo lo contrario…

Un cierzo helado del mes de febrero me trajo la noticia
“Esto es lo que buscabas, serás feliz, completa.
Crearás, pero debes danzar con los sentidos alerta y las manos en el vientre.
Escuchando, siempre escuchando…
El latido del caballo desbocado te traerá el arte hecho vida.”

Ilustración: El cielo por el tejado


Es verdad que hay que buscar otras formas de seguir con determinados caminos dentro del arte, pero también es verdad que de todas formas había que buscarlos… no hay otra solución para el arte hoy. Para que sane de su enfermedad de la distancia de los otros. De su mal endémico del dinero de por medio.

Es verdad que son caminos empedrados que hay que recorrer, pero es verdad también que éstos son más deliciosos, más enriquecedores y más cargados de belleza, poesía, humanidad y sensación de estar redonda, entera, terminada. Más madura.

Cómo un fruto en el edén, deseado y ofrecido. Así percibo yo el arte en la maternidad. La creatividad dispuesta para la crianza y al servicio de todos a través de unas manos que  se están modelando con los cuidados que dan a diario. Dar alimento, dar calor, dar cobijo, dar seguridad, es estar buscando constantemente soluciones. Eso es la creatividad, darle forma a lo que se antoja difícil, imposible o lejano. Y así día a día. Hora a hora. Minuto a minuto. Beso a beso. Dolor a dolor.


Decía Platón que no hay danza más hermosa que ver a una madre acunando a su hijo.

Cuando decidí ser madre no podía hacerme una idea clara de por dónde aterrizarían mis inquietudes, mis apasionamientos, mi creatividad... Y lo que me he encontrado es un espacio intermedio, basto, inabarcable. Como un limbo, o un Hades dónde todo puede ser. Hasta la muerte. Desde la vida.

En esta tierra de nadie podemos sentirnos libres. De mezclar lo que es del cielo con lo que es de tierra. De juntar, untar y hacer una pomada con las necesidades básicas de un recién nacido y nuestras necesidades más trascendentales.

Lo que he hallado es un lugar común, que se encuentra entre la piel rosada y la materia etérea de lo creativo. La combinación perfecta que se nutre mutuamente.

Ilustración: El cielo por el tejado
Yo no me he encontrado un punto y aparte, ni si quiera una coma en mi camino. Me encuentro leyéndome a mi misma en un texto creativo y arriesgado. Una obra entera, sin disciplinas, sin acotar en departamentos. No hay escultura sin barro de piel. Aquí no hay óleo que huela a pintura sino a leche y tierra abonada, profunda y perfumada. Dispuesto todo para el disfrute inmediato, para la reflexión reposada con el corazón pululante. Para profesar la política activa de reconocer lo que no queremos, lo que no permitimos, lo que vamos a batallar hasta no consentir que nos acorralen.

Creí que estaría entre cadenas, buscando un pedazo de baile al son de los tambores... y me encontré con la pieza completa de la libertad, esculpiendo en piel como una creadora más.

En el proceso de estar embarazada la razón para crear se extendió más allá de mi misma. La visión de un mundo en proceso de crecimiento, como hierba que aflora entre las aceras me llenó de confianza.
En los cuidados a un recién nacido, en la empatía necesaria para criar, mi creatividad se ha llenado de la necesidad de crear una piel que abrigue lo frágil, para que no pase frío. Es más cercana, más viva.
Porque el arte es un ser vivo que crece si se le alimenta de vida y realidad.

El arte no necesitó más de excusas. Ni yo se las volví a pedir.
Cuando fui madre integré dentro de un solo cuerpo dos corazones, y tracé una línea que camina en una sola dirección, imborrable: trabajar para crear más vida.
Trabajar para seguir creando.

…Buenas noches a tod@s
…de larga y cálida creación…


Para alimentar la voluntad de crear a veces puede servir...

 Cesaria Evora canta Sodade




Quién te mostrará
ese largo camino?
Quién te mostrara
ese largo camino?
Ese camino
para Santo Tomás (Sao Tomé)
Tristeza tristeza
Tristeza
Esa tierra de San Nicolás
Si tú me escribes
(yo) te escribiré
Si tú me olvidas
(yo) te olvidaré
hasta el día
que tú regreses.




Miriam Schapiro, artista visual feminista en los años 70





Todas las ilustraciones de: El cielo por el tejado





2 comentarios:

  1. Se alimenta el arte de la inspiración?? Y ellos son una fuente constante.Gracias!

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  2. Si, son inspiración y son el arte mismo hecho materia... materia preciosa por cierto. Son lo invisible hecho visible, pero para eso hay que estar muy, muy atenta... Besos Inma, y gracias a ti por comentar!

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